Participación afectiva de una
persona en una realidad ajena a ella, generalmente en los sentimientos de otra
persona, dicho en un lenguaje más compresible es la capacidad para ponerse en
el lugar del otro y saber lo que siente o incluso lo que puede estar pensando.
Las personas con una mayor capacidad de empatía
son las que mejor saben "leer" a los demás. Son capaces de captar una
gran cantidad de información sobre la otra persona a partir de su lenguaje no
verbal, sus palabras, el tono de su voz, su postura, su expresión facial, etc.
Y en base a esa información, pueden saber lo que está pasando dentro de ellas,
lo que están sintiendo.
Aunque todas las personas nacemos
con la capacidad para ser empáticos, la empatía es algo que también se
aprende.
Cuando hacemos daño, ¿seriamos
capaces de ponernos en el lugar de ese
compañero/a? desde luego que no. La mayoría de las personas que acosan no
piensan más allá de lo que están haciendo, no observan a la otra persona, su
rostro, sus gestos,… su angustia seguro que se manifiesta. Lo que se suele
pensar es ¡a mi eso no me molestaría tanto! pero ocurre que no se trata de ti,
ni de tus circunstancias, si no de otro
ser humano y las suyas. En la mayoría de las ocasiones no hemos superado el
egocentrismo infantil y creemos que todo gira a nuestro alrededor, yo creo, yo
pienso, yo siento…, pero “no somos el ombligo del mundo”, la vida no es para
todos igual.
Hemos de escuchar y observar para
conocer; a los demás para saber qué y cómo se sienten y
a nosotros mismos para entender por qué hacemos lo que hacemos. No se trata de
juzgarnos, sólo de conocernos en profundidad, porque sólo acercándonos a
nosotros mismos podemos empalizar con los demás.
Si la empatía dominase nuestra
sociedad la mayoría de los problemas desaparecerían.
Nos pueden dar miles de pautas
para alcanzarla, pero únicamente depende de nosotros querer lograrlo,
inténtalo:
- Atender a lo que nos dicen ayudará a poder captar no solo la globalidad del mensaje, sino los detalles y matices implícitos en el mismo, siendo así mayor nuestra comprensión.
- Hacer el esfuerzo de comprender que nuestra interpretación de los hechos no tiene porque ser siempre la mejor, y de que existe una gama amplia de ellas, permitirá no imponer nuestros criterios e ideas.
- Expresar nuestros propios sentimientos así como nuestras emociones, y tener la comprensión y entendimiento por parte de los otros, nos permitirá entender mejor qué se siente cuando uno es escuchado y comprendido. Ello te animará a desarrollar con los demás esta habilidad.
- Dar la misma importancia a los problemas de los otros que la considerada por ellos. No minimizar su relevancia. La frase ¡no te preocupes! Pierde entonces su sentido. No debemos menospreciar el grado de importancia con el que la persona percibe su problema.
- Ser tolerantes con lo que el otro piensa, dice o hace. Es cierto que las personas en ocasiones realizamos actos o decimos cosas que no son del todo correctas, pero juzgarlos y sepultarlos no les servirá de ayuda. Podemos mostrar nuestra desaprobación, pero debemos hacerlo bajo una actitud de respeto, aportando argumentos y ofreciendo alternativas, lo que evitará que la otra persona se sienta juzgada.
- Realizar preguntas mientras el otro nos transmite su información aumentará su confianza en nosotros.
- Saber diferenciar cuando alguien simplemente espera de nosotros que le escuchemos para desahogarse, o además de ello, necesita que le aportemos nuestro punto de vista. Es muy frecuente que en ocasiones las personas no necesiten consejos o pautas a seguir.
- La invalidación de lo que el otro piensa o siente, lo consideraremos el polo opuesto a la empatía, llevando esto a que la persona emisora de su mensaje pueda sentir un gran rechazo por nuestra parte, pues no estamos realizando un trabajo hacia la comprensión sino hacia la negación o no consideración de sus ideas, pensamiento y/o emociones.
PIENSA QUE